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EL ESCRITOR-ÁRBOL


Ser la hierba que tiene hojas y una pequeña raíz o la desconocida estaca que se convirtió en árbol, denota la decisión de alguien que puso sus ojos en el horizonte como referencia. Los escritores son árboles porque sus frutos son libros, estos, compuestos también de hojas. Las nervaduras de las últimas, las palabras, y la savia que las hace vivir el sentir humano que lo mueve todo: el movimiento genera creación y destrucción.

Imagen 1: Ser humano-árbol. Tomado del blog: El arte de las buenas formas, 2017.

 Bien sabemos que el material principal para hacer las hojas de papel es la corteza de árbol o la fibra de caña[1]. Las hojas de los árboles, cuando caen vuelan, se dejan llevar por el viento que las arrastra por distancias; así las historias y relatos en los libros, no conocen fronteras. Las raíces del escritor- árbol son las ideas, se necesita solidez (aferrarse con fuerza a la tierra) para sobrevivir. En el transcurso de los años, el escritor y el árbol permanecen dependiendo de su valía –mala suerte los que expuestos se dejaron cortar, y cuando ello sucedió, quien lo hizo, cayó en cuenta que el árbol o el escritor tenía cantidades de anillos en el interior de su tronco, lo que implica que había vivido eones o quizá siglos. 

Muchos ven las flores, el lado bello y estético del asunto- pero éstas no siempre están. Son la condición necesaria para que nazcan los frutos. Su almíbar ofrece la fecundación, y así, pueden vivir otros.

El tiempo de las flores (en árbol y en el escritor) es el espacio-tiempo de un regalo, para aquellos que saben qué se ofrece. No es para todos, es el aviso de que vendrán los frutos o una nueva obra. En el escritor, los borradores de sus producciones literarias o científicas. En los arboles los insectos que fecundan y se llevan la sustancia que convertirán en alimento. Quizá como humanos, nos falte aprender del árbol, del insecto, de la naturaleza y sus procesos. No permitimos que conviertan en miel nuestras flores. Nos aferramos a la belleza queriendo postergar el tiempo del florecimiento, sin comprender que para obtener frutos debe morir la flor. No observamos que en tiempos de sequía los árboles del ecosistema Bosque Seco Tropical, expulsan sus hojas, debido a que necesitan guardar agua para sobrevivir hasta que regrese la lluvia.

No hemos aprendido que las buenas maderas se obtienen después de largos años… crecer lleva tiempo, dar buenos frutos depende de la lógica de tal crecimiento. El escritor-árbol aprenderá a determinar el tiempo indicado que necesita su obra para ser publicada, es decir, para que otros le escuchen y/o lean. Conocerá las condiciones climáticas a las que debe enfrentarse y relacionarse cuando irrumpa la vida y sus circunstancias.

El escritor-árbol confiará en sí mismo porque conoce sus raíces y frente a los fuertes vientos y tormentas, sabe que su permanencia en la vida depende de la intensidad con que se agarre a la tierra. Ello indica el momento de pensarse y pensar en las luchas empleadas contra la adversidad; los intentos de ser cortado y coartado; las veces en las que ha sido maltratado; el dolor de sus ramas rotas y la dicha de ver comer de sus frutos o sus flores, adornando una cabeza, mesa o cementerio.
 
 
[1] Caña: Saccharum officinarum, conocida como caña de azúcar o caña.


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