La 'Cómoda’ Así se nombraba el único lugar que existía para guardar la ropa en Familia Ruido. Simulaba un armario pequeño donde la puerta principal estaba destinada aparentemente para guardar solo la ropa de padre, prendas que constituían en su mayoría 4 camisas verdes, 4 pantalones del mismo color (la ropa de su trabajo), otros dos pantalones, suéteres y algunas pantalonetas. Esta puerta era la única que tenía llave, ya que contenía una cartera negra y pequeña que padre le regaló a madre cuando cumplían los primeros años de matrimonio, y que guardaba en su interior documentos importantes como la cédula de ciudadanía de madre, un carnet de seguros médicos, la fotocopia de la tarjeta de propiedad de una moto y varios accesorios de bisutería fabricados en oro.
El otro espacio de la puerta grande estaba habitado por los dos únicos jeans que teníamos mis hermanas, madre y yo (estos sumaban ocho en total), algunas cortinas y sábanas, blusas y suéteres de madre, dos manteles, fundas para almohadas y los uniformes de la escuela de cada una de las hijas.
El espacio principal de ‘La Cómoda’ estaba integrado por una zona grande situada en la parte central superior y cuatro cajones debajo de este (en la parte central inferior). El espacio más importante -el central superior- siempre estuvo lleno de cosas de vidrio, cepillos de diente, jabones, crema dental, medicinas y un termómetro. Allí reposaban los dos únicos perfumes que había en casa. El perfume de padre se parecía al olor que poseen los ejecutivos que trabajan en lugares donde hay muchos papeles y mujeres atractivas. Su forma era el torso desnudo de una mujer en versión diminuta. Era un objeto intocable por l@s niñ@s ya que una vez -no cumplido el primer mes de haber sido comprado- fue roto por hermana segunda y por mí en una discusión innecesaria.
Otro de los objetos que componía ese espacio era el perfume de madre, siempre cambiante, mutado o desaparecido por las versiones distintas de aromas, estuches, precio y caprichos de mi tía primera, la cual era la Mamá Noel de madre y de sus hijas. Tres de cuatro cajones estaban distribuidos en una jerarquía de nacimiento y como es de suponerse la segunda gaveta de arriba hacia abajo era la que le habían asignado a hermana Mayor, la tercera a hermana segunda, y la última, a mí. La primera le fue asignada inicialmente a madre, pero por ausencia de lugar para la ropa interior de toda la familia, ella cedió su lugar. De niña siempre me pregunté por qué el espacio en ‘La Cómoda’ similar al de padre no era ocupado por las cosas de madre, por qué la gaveta primera en altura y jerarquía no era habitada por su ropa... por qué ella siempre cambiaba sus prendas para el hueco que sobraba. Madre se sentía en abandono constante; así lo evidenciaba su ropa desgastada, rota y vacía.
‘La Cómoda’ cambió con el tiempo. En un momento ya no fue habitada por la ropa de hermana mayor, ya que siempre quiso su ´independencia´. Hermana mayor decidió guardar su ropa en una de las bolsas verdes que padre llevaba como obsequio de su trabajo. Hermana segunda siempre fue envidiosa de hermana mayor, y copiándose de su brillante idea empezó a hacer hizo lo mismo. Así fueron liberados dos espacios de ´La Cómoda´, los cuales fueron, luego de varios años, habitados por cosas de hermana menor, quien nació doce años después del último parto de madre.
Así como ‘La Cómoda’ la vida de todos fue cambiando. Hermana mayor y yo nos fuimos de casa. Hermana segunda y menor permanecieron intermitentes. En ‘La Cómoda’ la ropa de padre ocupa casi todos los espacios, revuelta con lo que queda de cortinas, manteles y restos de prendas anónimas. Las demás gavetas yacen habitadas de polvo, tornillos, pedazos de tela y restos de almohadas. La cartera negra y pequeña de madre, descansa sin contenido o importancia, más que con los ombligos de sus hijas y de su nuevo nieto. Aunque ya no habite en Familia Ruido, faldas, blusas y prendas que una vez me vistieron, continúan recorriendo cada gaveta de aquella ‘Cómoda’: lugar donde murió uno de los pájaros parlanchines que adoraba mi madre, donde jugábamos a escondernos del mundo, donde madre metía su cabeza para que padre ni sus hijas escucharan su desgarrador llanto... ‘La Cómoda’, ese espacio central de Familia Ruido yace deteriorada en lugares donde nadie, a excepción de mí, la recuerda.
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