“Desconfío de la razón y de la cultura. En nuestros pensamientos hay imágenes que aparecen de repente, sin que las meditemos. En todas mis películas, incluso en las más convencionales, está la tendencia a una conducta irracional que no se puede explicar lógicamente” - Luis Buñuel
Nunca antes hemos visto una representación tan única, inigualable, mordaz y verdadera de la humanidad en su más oscura y absurda existencia. El ángel exterminador -hecha en México en el año 1961- es sin lugar a dudas una obra maestra del cine. Pero se eleva aún más como una de las grandes obras de arte que nos regaló Luis Buñuel en el siglo XX para toda la eternidad. Esta película está llena de imaginación, onirismo y nos presenta uno de los mejores finales de todos los tiempos.
El asombro, el miedo, la desidia, la atracción hacia lo misterioso y a la vez más primitivo del ser humano, son el plato fuerte de esta deliciosa amalgama de imágenes. Desconcertante en su puesta en escena, en su maniobra estética, moral y ética. No logro descifrar el encanto y a la vez la repulsión que me genera ver a un grupo de burgueses descender hasta sus más oscuros y delirantes pensamientos, deseos y actos, cuando se ven limitados mental y físicamente, despojados de todo contacto con el mundo externo.
Todo comienza en una mansión. Las personas de la más alta alcurnia asisten a la casa como si fuera otra reunión de etiqueta y vanidad a la que está acostumbrada la elite. Los sirvientes en cambió se ven asediados por un afán de irse y dejar todo preparado. No saben por qué lo hacen, sencillamente no quieren quedarse y hasta les importa muy poco perder su trabajo. Es tanta la expectación que Buñuel logra darnos en los primeros 20 minutos de la película, que como espectadores nos intriga saber de qué se trata tal manifestación de eventos inesperados y absurdos que se suman a la temprana huida de los sirvientes. El espectador ansioso saldría de la sala sin pensarlo dos veces. La normalidad se rompe definitivamente cuando vemos a un oso salvaje amarrado en la cocina y a un grupo de corderos debajo de la mesa. Los animales en las obras de Buñuel son recurrentes y aquí logra darles la más concreta y misteriosa concatenación con la historia, a veces difícil de formular.
Es la historia de la humanidad en una hora y treinta minutos. Es el reflejo de la otra cara que no queremos ver o al menos, en este caso, la que la burguesía y su apariencia esconden con su dialogo banal de etiqueta, buenas maneras y ropa elegante.
¿Qué le queda al ser humano cuando se expone al hambre, al encierro, la sed, el miedo y la angustia de no poder conocer las razones y causas de un misterio imposible de descifrar? Los personajes conscientes o no, son fichas de un juego de ajedrez algo grotesco. La angustia, la zozobra y la locura se apoderan de ellos cuando son incapaces de salir de esa habitación en la que viven la peor pesadilla: estar atrapados con otros y sin conexión con el mundo les produce terror. A esto se suma el estado primitivo que adquieren, por la falta de comida, agua y medicinas.
Lo peor de los humanos sale a flote cuando son despojados de sus comodidades, sus privilegios y estatus social. Los roles de mando se definen. Las supersticiones, las creencias y los sufrimientos adquieren su lado más humano y casi mítico.
Pesadillas, alucinaciones, muertes, suicidio, venganza, ganas de matar, de escapar con la droga, de dejarse llevar por la locura y la desesperación. Podemos incluso llegar a comprender o a preguntarnos el verdadero origen de la violencia, que surge del odio, de la incomprensión, de las ganas de buscar un culpable y matarlo, y de esa manera creer que se acabará con la inexplicable “maldición”.
No tenemos un solo punto de vista. Los protagonistas son el grupo de burgueses y nosotros los espectadores. Somos parte de la película. La construimos todo el tiempo con nuestra percepción de los hechos. Únicamente nos salva estar sentados frente a la pantalla. Siendo cómplices de Buñuel, también somos parte del juego. La grandiosidad de esta película reside en que, con sutilezas, acciones e imágenes desconcertantes, construimos el relato y develamos, o más bien nos seguimos peguntando, sobre un secreto que desde el inicio hasta el final no se devela.
La magia y el poder de las imágenes se concreta en la fusión de cada elemento. Nada es dejado por fuera y aun así todo es un bello y oscuro misterio. Las escenas e imágenes que se quedan en mi memoria son (alerta de spoiler): El doble suicidio de los amantes en el cuarto; cuando martillan la pared para encontrar la tubería del agua y todos corren ansiosos por beber; la alucinación de una mujer cuando ve la mano moverse como un animalito que sale del cuarto donde está el muerto; cuando entran las ovejas a la habitación y todos la rodean y se la comen.
Poco a poco empiezan a reponerse del hambre, la sed y el delirio. Un cordero está amarrado al piano y todos saben que es el último que queda. El anfitrión lo acaricia antes de ser sacrificado. Esto me hizo recordar una imagen religiosa de Jesús como pastor. La escena del anfitrión como ser noble y de la virgen “valkiria” me llenaron de asombro y gratitud por aquella hermosa y a la vez increíble imagen humana. Es definitivamente una pintura en movimiento. Un reflejo mítico y humano con referencias religiosas y tonos surrealistas. Esto le devuelve al espectador cierto premio estético e intelectual. Aquí se manifiesta el poder del cine y la genialidad de Buñuel.
Algunos empezaron a comprender lo que se debía hacer para romper ese conjuro que los estaba condenando al encierro y la desgracia. La virgen interpretada por la hermosa Silvia Pinal, entrega su virginidad al anfitrión y de esa manera comprende que para eliminar aquella barrera que los separa del mundo, deben volver al lugar donde se encontraban en un inicio, cuando todos estaban escuchando a la mujer moribunda tocar una sonata en el piano. Esto no devela una explicación definitiva de la película, lo cual tampoco es deseable. El arte es así. No da respuesta, solo propone preguntas y en muchos casos vías para tratar de comprender (sentir) los conflictos, los misterios y los dramas de la condición humana.
Este film sobrevive al paso del tiempo y hoy se puede ver como una radical propuesta artística que sobrepasa las etiquetas y convencionalismos del cine. Produce impacto y placer en su manera de llevarnos en un viaje surreal y aún así real a través de la sátira, la farsa y el sueño.
Por: Daniel Martínez
* Nota sobre la película El Ángel Exterminador de Luis Buñuel – 1961
Imágenes tomadas de: Trailer (MUBI)
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